domingo, 24 de noviembre de 2013
viernes, 22 de noviembre de 2013
Cómo se constituye una sociedad según Ibargüengoitia
Reflexiones en torno a Los buenos manejos, texto dramático de Jorge Ibargüengoitia
La sociedad, tal y como la conocemos los mexicanos está constituida por las personas y sus economías: el comerciante, el religioso, el político. Se trata de como se accede al dinero. ¿Cómo acceden los pobres al dinero? Acudiendo a los llamados que comerciantes, religiosos y políticos que requieren apoyo para desempeñar cualquiera de sus actividades y que pueden pagarles a otros para que los desempeñen.
No quiere decir que cada rol desempeñado lo aísla de realizar otras actividades económicas que lo asocien con sus conciudadanos. Por ejemplo, el religioso puede comerciar de uno u otro modo desde de su fe o fuera de ella; se puede reunir con el comerciante que querrá la cercanía de Dios en la plenitud de su vida. Entonces el comerciante también puede unirse con el religioso para que lo ayude moral, espiritual y monetariamente: el dinero de dudosa procedencia siempre puede pasar el filtro divino que habrá de lavar cualquier pecado.
El político administrará dichas asociaciones con el fin de que la riqueza se distribuya en alguna dirección (muchas veces la dirección es la suya) y regulará al religioso para que le ayude con sus gobernados, a mantener vivos sus rectos valores, su moral y el cumplir con sus deberes.
Pero en esta Santísima Trinidad del dinero, al margen y en desunión, viven los otros. Los orillados, los expulsados, los pobres, las mujeres, los homosexuales, los artistas, los filósofos, los dramaturgos...
El texto dramático Los buenos manejos de Jorge Ibargüengoitia borra a los pobres de la escena. Solo se les menciona, pero jamás aparecen mencionados en el dramatis personae. En cambio, Los buenos manejos representa todo outlander en los personajes de las prostitutas. Esas mujeres que se alejan del triángulo de la rectitud por dos vías: la inmoralidad sexual y la informalidad económica.
Por ello, a pesar de ofrecer un producto, su actividad no puede ser parte, como el religioso, el comerciante o el político, a pesar de que su actividad se desarrolle, forme parte activa de la economía y esté en constantes escarceos con todos. Todos y ninguno. Las prostitutas son llevadas a dónde están no porque quieran sino porque no nacieron en cuna de oro. La decencia sirve muy bien como apariencia, como propaganda política, como máscara de las peores atrocidades. La decencia da de comer pero sólo si tienes el suficiente capital para invertir; de otro modo, la decencia es un estorbo.
No es muy decente prostituirse, buscar objetos de valor desechados en la basura, comer de lo que se encuentra en la basura, pedir limosna. Pero la decencia no da para comer. No siempre.
Jorge Ibargüengoitia da mucho que pensar. Muchísimo. La conformación de una sociedad mexicana, donde sea, desde su fundación súper democrática, post revolucionaria y neoliberal vive en la mejor de las decencias: Televisa no es un monopolio que produce basura cultural y evade impuestos, sino un filántropo que ayuda a niños con discapacidad; el PRI no es un partido plutócrata que ha traicionado hasta sus propios estatutos y cometido las peores atrocidades a fin de mantener el poder, sino uno que ha creado la seguridad social y los sindicatos; la Iglesia Católica no ha escondido bajo sus sotanas a los peores pederastas, sino que mantiene vivos nuestros valores guadalupanos.
Por eso se nota más lo que está mal. Porque a pesar de que la decencia aparente sustente el triángulo divino, piedra angular de nuestra sociedad, vivimos mal. Todo en cuanto a violación de derechos humanos se tenga a bien conocer se cometen en nuestra sociedad; sobre, contra y, peor, desde el poder económico, político y religioso.
Los buenos manejos siempre son los más decentes. Aunque lo que se maneje sea la miseria de todos los demás. Yo explico muy burdamente lo que la obra tiene en gran valor hacerlo ameno, musical y trasladamdo su trama unos dos siglos atrás. Como dice Juan Villegas acerca del ingenio del dramaturgo actual, posmoderno, sobre su incorporación de crítica social: "El discurso teatral de esta época incorpora la parodia, la ironía, la metateatralidad como recursos recurrentes que contribuyen, con frecuencia, a la ambigüedad del mensaje".
Bonus track
Para ver una especie de Los buenos manejos en el cine habría que ver La ley de Herodes (Luis Estrada, 1999) que no tiene que ver con el cuento homónimo de Ibargüengoitia pero si con esta pieza en particular.
miércoles, 20 de noviembre de 2013
Guadalupanos vs teatreros (con límite de tiempo)
Para que la comprensión de la magnífica parodia de Oscar Liera llamada Cúcara y Mácara estuviera completa habría que conocer el hecho de 1921, cuando la Virgen de Guadalupe sufrió un atentado. Sucedió en 1921, en el sitio Luxdomini.com podemos conocer los detalles sucedidos aquel fatídico 14 de noviembre:
Crucifijo doblado por la explosión en la Basílica |
"En ese momento, de un grupo de obreros que estaban en el templo, se adelantó un individuo pelirrojo, vestido con un overol azul nuevo, a colocar rápidamente un ramo de flores ante la imagen original de Nuestra Señora de Guadalupe. Bajó y un momento después se produjo una tremenda explosión, que sacudió los muros de la Basílica: había estallado una bomba a los pies mismos de la imagen milagrosa".
El hecho está allí, documentado. Envuelto por un manto de terrorismo bolchevique (el comunismo era el diablo). Es bastante obvio que la descripción del obrero bombardero responde a estereotipos del extranjero comunista que quiere violar la fe mexicana y arrancar las raíces para sembrar la cizaña marxista y anticristianísima.
Sigue la descripción de la supervivencia del ayate de Juan Diego al odioso acto:
"De inmediato se acudió a observar qué había pasado con la imagen, se había caído la cortina que cubre el cuadro, candeleros y floreros, y un pesado crucifijo de bronce que se dobló hacia atrás por la explosión. El ayate de Juan Diego donde está estampada la Virgen de Guadalupe no sufrió ningún daño, ni tampoco el cristal ordinario que la protegía del ambiente, cosa rara -¿milagrosa?- si consideramos que en la misma Basílica y aun afuera hubo vidrios rotos por la detonación."
Explicaciones técnicas para aclarar el porque un objeto puede salvarse de una explosión seguramente podría haberlas pero para la fe no hay explicaciones. Tampoco las busca. La fe que busca explicaciones científicas es la más absurda de todas: por querer explicar la naturaleza por los dogmas es que la religión, cualquiera, sea de Estado o abominada por éste, es un material en bruto, una masa maleable para que dramaturgos como Óscar Liera, ensayistas como Fernando Vallejo o divulgadores de la ciencia como Richard Dawkins creen el arte de su parodia.
Cúcara y Mácara, a pesar de su tono satírico, no es sino una descripción de los que pudo haber sucedido al interior de la oficina del obispado para salvaguardar el alma de los mexicanos, porque guadalupanos somos todos, dirán los que dibujan el mapa mental de lo que debe ser un mexicano, incluyendo a mormones mexicanos, judíos mexicanos, musulmanes mexicanos, ateos mexicanos... Una imagen judeocristiana indigenizada, madre de Dios, para la unión de todos sus hijitos. Cúcara y Mácara es pues un drama histórico con máscara de comediante.
Nuestras Señoras de Siquitibum
Es bastante extraño que una mujer, una indígena, sea objeto de culto en un ambiente católico siempre misógino, siempre amansador de explotados. Como para curarse en salud la cercanía de la religión católica hacia el lado del poder. Más anticristiano no se puede ser. Vamos a recordar que a los ricos y a los gobernantes el mismísimo papa les disuelve matrimonios. Para que no quede en entredicho la pureza de las nuevas primeras damas de Siquitibum como le dice Liera a México en su texto dramático.
Beatriz J. Risk dice que "la historia para ser verdaderamente crítica tendría, al validarse en términos posmodernos, que negarse a sí misma y presentar lo "impresentable", o sea lo que estaría en contra de cualquier canon establecido". Por esa imposibilidad de que la historia crítica exista es que la literatura tiene la obligación de conformar la otra parte de la historia. Si la historia la escriben los vencedores, el escritor debe recoger todas las voces y manifestarlas para la posteridad.
Es una labor importantísima porque los vencedores muchas veces se parecen a los dictadores que pretenden borrar todo pasado que no convenga para el forjamiento de su nación idílica, a la realización de sus sueños húmedos despóticos.
La religión católica es objeto de muchas críticas y mucho se le ha parodiado. Pero quedan muchas cosas escabrosas que aclarar en México. El caso de Marcial Maciel y la protección urbi et orbi de los curas pederastas debiera estar siendo en este justo momento el semillero para que los creadores, narradores, poetas y dramaturgos escriban la memoria de un país que padece de Alzheimer.
Para finalizar, Rizk cita a Jorge Ibargüengoitia: "Si no voy a cambiar el mundo, cuando menos puedo demostrar que no todo aquí es drama". De eso se trata, creo yo, la creación literaria. La búsqueda de la verdad que sufre escarnio, igual que los religiosos que buscan la verdad denunciando al narco, defendiendo a los migrantes, entre muchos actos más acordes a lo que debería ser la fe del total de quienes la profesan. Liera da éste lugar a un sacerdote que llama a la cordura y David Olguín narra en el prólogo como le fue a la compañía de teatro contra los guadalupanos que en pleno acto de represión se fueron a los golpes en una especie de metateatro a la inversa y al extremo.
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martes, 19 de noviembre de 2013
La letra bestia y la bella boba
Cuadro de Antonio Saura (1973) homónimo a la obra de Lope La dama boba |
Es La dama boba de Lope de Vega inserta en un pueblo chico llamado Coapa. Es una compañía de teatro que la representa y que se ve envuelta en un misterio. Es un Don Salvador que ha secuestrado a Francisco para que le de clases a su hija la boba y a su pueblo maleducado. Es Elena Garro la que junta todo eso y hace una sola pieza en tres actos: La dama boba.
Una comedia que se burla del centralismo y del atraso provinciano. Del analfabetismo imperante en las regiones rurales, de la indiada a la que se ve como menor a los civilizados de la urbe. Pero también rescata una concepción mágica de la realidad de la región. La descripción de los nahualismos de las mujeres a las que se ama es única, poética y retrata un habla que posiblemente no exista y que sin embargo podemos tener por cierta. Todo ello presentado en vivo y en directo en el más puro metateatro, en la mera intertextualidad de un clásico del teatro áureo y la realidad sempiterna mexicana.
Garro utiliza la iconicidad del actor del teatro y de los modos y costumbres de los pueblos chicos. Representa una realidad a través de otra realidad: dos tipos de cultura diferentes: la cultura propia de un pueblo y la cultura académica o literaria, si se quiere. Daniel Meyrán dice en Historia y teatro: Teatralidad e historicidad "que la historia es como la literatura no existe, lo que existe es la historicidad, la literariedad o la teatralidad, es la huella o la marca o el signo del signo, que deja la acción de los hombres y de las cosas" que se convierten en documentos de la acción humanas. Lope de Vega dejó por escrito un manifiesto sobre la decadencia de su tiempo, representado por caracteres que rompen el molde asignado por la sociedad, mientras que Elena Garro evidencia el enorme atraso en el que se encuentran las regiones más alejadas del centro; denuncia el centralismo, la ley por-mis-pistolas de buenos y malos sin denostar su patrimonio cultural.
Si Lope de Vega es la bestia, Elena Garro es la bella que logra montar ese monstruo de la literatura y lo doma para presentarlo en un texto dramático de lirismo a la Rulfo, que permite acceder a que uno quiera conocer a un clásico de clásicos. Dice Meyrán que hablar de teatro y de la historia, es hablar de la historia del teatro y en particular ésta pieza sin duda se para en el hombro de gigantes.
Para finalizar, dice Juan Villegas en El teatro histórico latinoamericano como discurso e instrumento de apropiación de la historia que "uno de los rasgos claves de la lectura del texto es entenderlo como proceso de desenmascaramiento de los individuos que forman la sociedad y de evidenciación de la falsedad y consecuencias de los valores que le sirven de soporte". No hace falta decir lo que Lope de Vega desenmascara con su dama boba, y no hay sino saber cómo es México, ser mexicano, para reconocer lo que desenmascara Garro con la suya.
La comedia es el catecismo, el catecismo es la comedia: algo sobre La ronda de la hechizada
Dedicarse a la comedia, interpretarla, nunca ha sido bien visto. Woody Allen nunca ha logrado que su mamá esté contenta con el triunfo de su hijo como comediante. Sus grandes premios jamás tendrán la misma aprobación de los que lograra siendo un médico cirujano.
Hugo Argüelles pone por escrito en La ronda de la hechizada, para que otros lo digan, las frustraciones de un cómico:
MEDORO.- ¿Cuántas iglesias contaste por el camino?
RICELO.- Más de cuatrocientas.
MEDORO.- Y ya se sabe que el clero nunca ha visto bien a los cómicos.
DOMINGA.- ¡Pues los de aquí, se aguantan, porque "racionalmente" hablando, nosotros somos ahora más evangelizadores que ellos!
MEDORO.- Si nos dejan.
RICELO.- Ya te habrás dado cuenta que te van a traer cortada y medida.
DOMINGA.- Falta que yo me deje.
H. Argüelles |
Dominga es una mujer imposible. Fue enviada por el rey a México para que ayude a los ladinos frailes en la misión evangelizadora. Cosa más rara difícilmente se verá. Una mujer en una misión como comediante para ayudar a los frailes.
Pero Argüelles utiliza esta imposibilidad para explorar el verdadero afán de quienes veían en el recién conquistado México una nueva tierra de culturas diferentes, creencias extrañas y ritos mágicos a los que los cortos de miras veían como instrumentos diabólicos. Y Dominga no era de esas: Dominga era un espíritu libre. Y allí es en donde Argüelles reivindica al actor, a la experiencia del desprendimiento, "casi puedo sentarme entre el público y ver desde ahí lo que estoy haciendo en la escena".
Dice Roberto González Echevarría en Mito y archivo: una teoría de la narrativa latinoamericana que "La exploración científica trajo consigo el segundo descubrimiento europeo de América y los naturalistas viajeros fueron los nuevos cronistas": A la conquista económica y religiosa siguió una capacidad de asombro científico, por decirlo de algún modo. Dominga encierra alguna característica en este sentido: si bien es verdad que sucede en el mismo periodo de conquista también su personaje se dibuja con la características de quien quiere conocer el nuevo territorio, explorarlo, conocerlo culturalmente: atrapar y dejarse atrapar. Este personaje de Argüelles es un personaje único en un mundo dramático mexicano y de conquista en donde la mujer, casi siempre indígena, es moneda de cambio o mujer fatal, víctima o harpía.
La magia que reconoce Dominga es real. Documenta los ritos y los poemas, los nahuales, las desapariciones de un condenado a la hoguera juzgada como sirvienta de Satanás por los frailes, de hechizada y que logra convertirse en otro tipo de Malinche, una española, que documenta para conocimiento de sus paisanos y que el rey perdona hasta el punto de mandar la construcción de una "Casa de Comedia en México", dado "Que los tales poemas enviados para mi conocimiento, como pruebas de complicidad idóltara y copiados de viva voz a la sospechosa, señora doña Dominga del Parián, enviada mía, no son más que reproducciones de los mismos que por las tierras de Castilla, dijeron y dicen aún, los campesinos y trovadores, acompañándolos en veces con música y en veces no".
Epílogo
La comedia es mal vista. La actuación es peor vista. La risa es condenada y condenable. Porque toda representación es un vuelta al momento mismo representado. Y una representación que ponga en tela de juicio cualquier momento fundacional hace temblar las cimientes de la civilización. Más aún si es la risa el principal motivo que incite a la búsqueda de otros principios.
El evangelio según Antonio González Caballero
El drama La ciudad de los carrizos de Antonio González Caballero es una adaptación de la vida, obra, muerte y resurrección del dios encarnado llamado Jesucristo que a su vez es una adaptación del judaísmo a los tiempos del Imperio Romano.
En la obra citada, la de González Caballero, Jesucristo se llama Uno Caña. Y se adapta a un contexto de las culturas de la América prehispánica. Igual que la filosofía cristiana que en el fondo busca el amor al prójimo y una respuesta mas bien antibelicista, Uno Caña condena todo acto de guerra aunque sea por el beneficio propio, sea económico o glorioso. Pero también tiene tintes erasmistas y luteranos al reconocer que Dios vive dentro de los hombres y no fuera, en templos y catedrales.
Es antibelicista pero no es una pieza cobarde La ciudad de los carrizos: hay una masacre en una plaza, en donde los hijos del pueblo, son acorralados, golpeados, humillados y desangrados: 1968 estaba todavía sangrando en Tlatelolco. La sangre como condena y a la vez como purificación. Igual a Jesús, Uno Caña ofrece su cuerpo y su sangre, su corazón en sacrificio para llevar su mensaje urbi et orbi. Su resurrección está anunciada, y en ese pensar podríamos indagar que Hernán Cortés no era la resurrección de Uno Caña, Quetzalcoatl, sino el anticristo.
Pero dejemos la homilía prehispánica para otras ocasiones antes de que este escribano se levante de su lugar y empiece a predicar el sermón del Tepeyac, para ponernos todavía más híbridos o neobarrocos, según el cristal con que se mire.
Como drama histórico, para decirlo en palabras de Kurt Spang, la representación de La ciudad de los carrizos es un resurrección de personajes históricos, traídos quizá de un etapa de la edad divina (según Vico), de interpretación divina, pero de la que González C. adapta con toda la ideología propia, como habitante y testigo de los hechos de un priísmo represivo en su máximo fulgor. En ese sentido, juega con los preconocimientos de historia del espectador y los aplica a una familiaridad identificadora, de categoría de chocante, puesto que no pretende que el público se identifique con los personajes de la primera civilización, sino que introduce realidades, creencias religiosas y estereotipos del déspota en el poder en un contexto prehispánico.
No creo que sea un drama antihistórico puesto que los hechos que toma de inspiración alguna vez se juntaron en el tiempo y en el espacio y conformaron esto que hoy conocemos como México.
Un poco de humor para aligerar la misa de la lectura de la obra |
miércoles, 13 de noviembre de 2013
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